domingo, 25 de octubre de 2015

¿Cómo entrenar la “personalidad” del arquero?


Una de las cualidades más apreciadas en un portero es la regularidad. Es por ello que cada vez es más importante que el portero tenga una buena preparación psicológica. Esta preparación es la clave para conseguir el máximo rendimiento bajo cualquier circunstancia, lo que sin duda marca la diferencia. Es evidente que esto no se puede conseguir de la noche a la mañana. Como cualquier otra faceta del juego se debe entrenar. Las tres figuras claves encargadas de este desarrollo son el entrenador, el entrenador de porteros y el psicólogo deportivo.

Entrenar es un acto educativo. No cabe duda. El entrenador trata de trasmitir o enseñar a sus jugadores unos conceptos (SABER) y unos procedimientos o destrezas (SABER HACER). Los futbolistas agradecen que su entrenador les haga llegar con claridad su “idea” de fútbol. Estamos hablando de una faceta, inherente a su rol, que va más allá de la dirección del equipo. Me estoy refiriendo a la “pedagogía” del entrenador. Lo importante no es tanto que sepa mucho de fútbol sino cómo lo trasmite o lo hacer llegar a sus jugadores, cómo se hace entender a la hora de trasladar sus conocimientos a los futbolistas. Cuando esa acción educativa o proceso de enseñanza-aprendizaje es confusa los futbolistas no asimilan los contenidos que les trasmite su entrenador.

La problemática
¿Y qué tiene que ver esto con el entrenamiento en fútbol, en concreto con el entrenamiento específico de los porteros? Pues mucho. Durante años suelen acumular una ingente carga de trabajo, físico, técnico y táctico. Realizan muchísimos ejercicios para desarrollar sus “cualidades” como porteros, pero a juicio de algunos de estos entrenadores parece que ello es insuficiente.

Estamos cansados de ver chicos con excelentes cualidades para la portería. Técnicamente presentan un nivel altísimo. Tienen una excelente proyección cuando están en la etapa juvenil o se incorporan al equipo filial. Pero ¿qué pasa qué muchos de ellos no llegan al fútbol profesional? Qué explicación puede haber. Unos no tienen carácter o personalidad para ser porteros, otros no soportan la presión inherente a la máxima competición, muchos no tienen la suficiente paciencia para saber esperar y perseverar hasta que les llegue su oportunidad, y a casi todos no les gusta el banquillo o la suplencia y menos aun no entrar en la convocatoria cuando en la plantilla hay tres porteros… Todas estas causas se están refiriendo a cuestiones relacionadas con el ámbito emocional. Son potencialmente buenos porteros pero no disponen de las necesarias competencias para ejercer como porteros en el contexto del fútbol profesional.

En la actualidad la dificultad se agudiza debido a que nuestros jóvenes son bastante inmediatos, trabajan por metas próximas y suelen abandonar ante metas aplazadas, y poco competitivos, quizás como consecuencia de la sociedad del bienestar que les ha ido acostumbrando a lograr todo casi sin esfuerzo.

Así pues, es necesario ampliar los contenidos a trabajar en la formación de los porteros. Además de las competencias técnicas es necesario desarrollar unas competencias emocionales o psicológicas, específicas de dicho puesto. Se trata de valores específicos y habilidades emocionales que incrementen sus competencias como porteros, de forma que además de disponer de unas excelentes cualidades técnico-tácticas han de SER y SENTIR como auténticos porteros.

¿Qué hacer?
·         Entender la soledad del portero en un trabajo colectivo o de equipo: El portero vive el partido en soledad, aunque se trate de un trabajo colectivo. Está solo por la especificidad de su tarea y por la distancia que le separa de sus compañeros en el terreno de juego. Mientras que los compañeros pueden pasar más desapercibidos el trabajo del portero es muy manifiesto. El portero suele estar solo en el éxito y en el fracaso; cuando su equipo mete un gol lo celebra en soledad, mientras que cuando el equipo encaja un gol lo sufre de una manera especial, también en soledad.
Saber mantener una atención focalizada para poder leer el juego sin participar activamente en él. Es muy difícil mantener la concentración necesaria, que exige un trabajo óptimo de un portero, cuando apenas interviene en el juego. El estilo atencional del portero es diferente al resto de jugadores del equipo. Requiere un trabajo específico hasta que el portero interiorice la importancia de su trabajo “sin balón”.
El trabajo del portero exige una concentración máxima durante todo el encuentro. Es imprescindible estar conectado a la acción, en estado de vigilancia o alerta tanto cuando no participa del juego como cuando interviene. Y  no es una tarea fácil. Es algo que se debe entrenar todos los días no desconectando en ningún momento durante los entrenamientos diarios. Es de vital importancia el trabajo del psicólogo para poder dominar esta tarea, para saber evaluar nuestro estado emocional, saber si tenemos poca o demasiada activación nerviosa. El portero debe saber encontrar el estado ideal de rendimiento utilizando técnicas que disminuyan dicha activación cuando es excesiva (relajación) o que la incrementen cuando sea insuficiente (energización).
·         Dirigir o dar instrucciones a los compañeros, liderar desde la portería: Un buen portero manda y dirige a sus compañeros, especialmente a los defensas. Es una tarea de suma importancia que no puede depender de la personalidad o carácter de su  portero. Es mudo, no habla, se quejan en ocasiones los entrenadores.
Muchos piensan equivocadamente que el carácter no se puede modelar ni cambiar. Nada más lejos de la realidad. Es imprescindible que el portero tenga mucho carácter. El psicólogo deportivo es quien va orientando el carácter del portero hacia el liderazgo. Todo el mundo espera de él que mande, tenga jerarquía, lidere desde atrás al equipo. Se espera que maneje el estado anímico del equipo desde la portería. Es una exigencia común de todos los entrenadores, organizar al equipo ya que dispone de una situación privilegiada para observar el comportamiento del equipo.
·         Aceptar y convivir con la posibilidad del error: Desde una lógica emocional el portero está pendiente de no cometer errores, lo que le hace estar mucho más inseguro. Tratar de no equivocarte se traduce en un trabajo inseguro y provoca la aparición de más errores. El error es inherente a la condición de ser humano, dicen que errar es de humanos. Pero, además, el error del portero suele ser “grosero”, es decir muy evidente y peligroso para el equipo. El portero puede aprender a convivir con el riesgo del error, como algo inherente a su trabajo, de forma que no le afecte en su trabajo.
·         Contagiar seguridad: El portero contagia sus emociones a su equipo y a la grada. Un portero seguro y con confianza proyecta seguridad a sus compañeros en el trabajo defensivo. Un portero seguro mantiene tranquilos y confiados a sus aficionados. La inseguridad del portero resta confianza de sus compañeros en él, haciéndoles más difícil la labor defensiva.
El portero es un jugador que puede ayudar a manejar el tempo del partido. Es algo difícil de aprender porque en la mayoría de las situaciones cuando acabas de intervenir la adrenalina corre por las venas y el cuerpo demanda más acción. Pero en ese momento es cuando más tranquilidad se debe dar al equipo porque el contrario está atacando y el equipo necesita recomponerse para poder retomar el control del partido.
·         Orientar hacia la mejora de la tarea: El portero suele estar muy orientado hacia el éxito. Se mueve por motivaciones relacionadas con la satisfacción del ego, como ser titular, mantener la portería a cero, detener penaltis, tener continuidad en el equipo titular, ser protagonista por su excelente trabajo, ser objeto de buenas valoraciones por parte de los medios de comunicación… Entonces, se desanima muchísimo cuando no juega, no tiene protagonismo, y piensa que no lo va a tener debido a que otro compañero cuenta, según su impresión, con la confianza del entrenador.
Es necesario que el portero se mueva también por otras motivaciones que le ayuden a trabajar diariamente y a mantener el ánimo aunque no participe habitualmente en la competición. Es importante que el portero entienda que la titularidad no depende de él, sino que es una decisión del entrenador. Lo que sí depende de él es su trabajo diario y es ahí donde debe centrar toda su atención y esfuerzo. Un buen trabajo diario es el mejor camino hacia la titularidad. Es de vital importancia marcarse un objetivo para la temporada para evitar la relajación. El objetivo debe ser concreto, cuanto más concreto mucho mejor.

·         Aceptar y saber convivir con las críticas: Cualquier futbolista ha vivido la sensación de sentirse observado o examinado por el gran público. Entonces el rendimiento decae drásticamente. Además, de un trabajo desarrollado en público cualquiera puede opinar sobre él. ¡El más difícil todavía! El futbolista suele leer casi todo lo que se publica sobre él, aunque confiese lo contrario. Ser objeto de críticas o sentir que existen dudas respecto al propio trabajo debilita enormemente la autoconfianza individual. Es necesario dotar al portero de recursos de tipo psicológico que le ayuden a convivir con su “examen” semanal.

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